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Mi historia

Con seis añitos fui a buscar a mi hermano que estaba entrenando a balonmano y el entenador me dijo: ‘te animas?’, y ahí comenzó mi carrera como balonmanero. El contacto, la agresividad, la rapidez, la cohesión con los compañeros, y la nobleza intrínseca en el juego, entre otros, me cautivaron des del principio e hice del balonmano y del deporte parte importante de mi personalidad y de mi vida. 

Fuera del campo era introvertido, tímido y muy sensible, dentro del campo me transformaba y liberaba toda la energía contenida, el talento y la determinación. Algunas veces en los adentros me preguntaba a mi mismo, quien so yo: el de fuera o el de dentro del campo? 

…dentro del campo me transformaba y liberaba toda la energía contenida, el talento y la determinación. 

Ya de mayor, una vez cursada la diplomatura de Magisterio de Educación Física y a camino de cursar la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, fui a unas conferencias sobre Psicología del Deporte. Ahí, por primera vez en mi vida, oí hablar del estado de flujo, de fluir, que es ese estado definido por el psicólogo Mihály Csikszentmihályi en el que estás totalmente inmerso en la actividad que estás haciendo, con una gran sensación de placer y un rendimiento inmejorable

Al oír la explicación del estado de flujo o ‘flow’ algo se iluminó dentro de mi. Enseguida me di cuenta: llevaba parte de mi vida entrenando y compitiendo para encontrar esos estados de flujo. Durante toda mi carrera deportiva mi motivación mas profunda había sido sentir ese estado de flujo. También mi vida, giraba entorno a llegar, lo mas habitualmente posible, a esos estados, pues es en esos estados donde está el verdadero YO. Michael Jordan explicaba así su versión del estado de flujo:

Cuando tomé ese rebote, mis pensamientos eran positivos.  Dejé de escuchar a la afición y el momento se empieza a volver mi momento.  Una vez que estás en el momento, sabes que estás ahí, las cosas se vuelven lentas y la cancha se ve más clara.  Empiezas a leer lo que la defensa hace y en cuanto observé la oportunidad tomé ventaja…nunca dudé de mí, nunca dudé en todo el juego, estábamos muy cerca”.

En ese entonces pensé que ese estado iba a ser importante en mi vida, aunque todavía no sabía como…


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A nivel profesional las cosas me iban muy bien. Trabajaba de maestro de Educación Física mientras entrenaba a la cantera y me iba curtiendo como jugador. Sin embargo, a nivel personal era otro cantar. Con veinte-pocos empecé a sentir picor en la piel. Gracias a los corticoides palié los síntomas y fui tirando unos años, dando la espalda a los síntomas, y también, porqué no decirlo, dándome la espalda a mi mismo, a mi cuerpo, a mi mente, que me pedían a gritos (o a picores mejor dicho), que hiciera algo con mi salud y mi vida. 

Necesité unos años para despertar y cuando lo hice fue para irme directamente a los infiernos. El hecho de dejar los corticoides y coger el toro por los cuernos aumentó de manera exponencial el picor en mi piel, y con él mi ansiedad, estrés, malestar emocional y confusión mental. De hecho, parecía que era el toro el que me tenía cogido a mi. A la picor ya comentada se le añadió una lumbalgia recurrente y, de vez en cuando, imposibilitante. Empezó el carrusel de especialistas, uno detrás de otro intentaron ayudarme, sin mucho éxito la verdad. Fui cogiendo lo bueno de cada especialista y seguí la búsqueda incesante.

De hecho parecía que era el toro el que me tenía cogido a mi.

El sufrimiento era alto y eso me impulsaba a buscar sin parar, buscar una solución, fuera, en los otros, en algún remedio milagroso, en un diagnóstico acertado, en un tratamiento definitivo. Pero nada de todo esto existía. No para mí. 

Leí un libro: ‘Deja de ser tu’ de Joe Dispenza y empecé a meditar. Ahí algo cambió. Había encontrado un refugio a la tormenta en la que estaba inmerso. Un pequeño oasis en el desierto, donde beber y verme reflejado. Al principio me costó notar resultados, recuerdo que las primeras veces que me sentaba ponía mi atención en mi interior y solo había ruido y confusión. Tuve que ser muy disciplinado y constante. Tuve que creer mucho en mí y en mi capacidad para cambiar. 

Poco a poco fui ganando claridad en mi interior. Poco a poco me fui encontrando a mi mismo. Con la meditación conseguí anclarme cada vez mas en el presente, y a aceptarlo tal y como era. Empecé a observar mis procesos mentales, mis resistencias, mis creencias. Empecé a conocerme de verdad y a descubrir que me estaba limitando.

Poco a poco fui ganando claridad en mi interior y me fui encontrando a mi mismo.

Y empecé a controlar todo lo que creía que era controlable en mi vida: cambié mi alimentación, la gestión del tiempo, el uso de mi energía, empecé a escuchar a mi cuerpo, a poner atención a mis pensamientos y a fijarme en mis emociones. El poso que años atrás había dejado en mí el estado de flujo y la Psicología del Deporte seguían ahí latentes, y emergían ahora en forma de curiosidad y ganas de aprender más sobre el tema. 

Así que decidí hacer el Máster en Coaching y Psicología del Deporte, y aproveché todo lo aprendido para mi vida personal, profesional y deportiva. Cuanto me hubiera servido todo este conocimiento y su aplicación práctica en mis años como balonmanero! Cuando subí de categoría, cuando cambié de equipo, cuando jugábamos para no bajar, cuando perdí la motivación y me sentí estancado, o cuando sentí que la exigencia me sobrepasaba. 

Me estaba empoderando, mejoraba, sentía que tenía las riendas de mi vida, pero dentro de mí sabía que aún tenía mucho camino por recorrer, que había muchos cabos sueltos por juntar.

Cuanto me hubiera servido todo este conocimiento y su aplicación práctica en mis años como balonmanero!

Una mañana, de camino al trabajo, escuché una entrevista a Luc Nicon, el descubridor de la Regulación Emocional Tipi, y sus palabras resonaron profundamente en mí. Hablaba de una forma fácil, natural y tremendamente efectiva de regular sus emociones a través del cuerpo. Al cabo de unos días, una maestra de la escuela me habla de la Contra de la Vanguardia donde aparecía Enric Marés, maestro de Educación Física que estaba llevando a España la Regulación Emocional Tipi. Casualidades? No creo, más bien sincronicidades, que decía Carl Gustav Jung. 
Me formé como Terapeuta Tipi Profesional, una capacidad natural que tod@s tenemos de regular nuestras emociones a  través de las sensaciones físicas. Descubrí que llevaba casi toda mi vida reprimiendo o evitando mis emociones, y cuando las permitía no tenía ni idea de cómo gestionarlas, ni mucho menos regularlas. Era como llevar una mochila encima enorme llena de piedras y no saberlo, y claro, así difícilmente uno puede moverse por la vida y ni mucho menos competir al máximo de sus posibilidades.

Una capacidad natural que tod@s tenemos de regular nuestras emociones a  través de las sensaciones físicas.

A nivel deportivo me formé también como entrenador nacional de balonmano, entrenador territorial de bádminton, monitor de natación, jugué algunos torneos de tenis, me federé a pádel (aún sigo compitiendo), practiqué el bádminton, snowboard, esquí alpino, de fondo, de travesía, trail running, senderismo, yoga, escalada, … De cada deporte aprendí alguna cosa, pues todos tienen su transferencia. 

Tomé consciencia de la importancia de los aspectos mentales, emocionales y relacionales en el tenis y el pádel, y vi las grandes diferencias a nivel psicológico entre estos y la mayoría de deportes que había practicado con anterioridad. Del tenis me encantó el hecho de estar solo en la pista, el efecto: ‘o te quitas las castañas del fuego tu o no te las quita nadie’. Y como esta perspectiva sacaba lo mejor y (a veces también) lo peor de mí. Como los momentos difíciles le hacen a uno conocerse mejor y crecer. En lo que se refiere al pádel me encantan las sensaciones que me despierta: el tacto de la bola en la pala, la precisión de los golpes, el hecho de poder aprovechar la fuerza del adversario para contratacar… El pádel para mi es una invitación a estar en el momento presente. Y darle a cada pelota, a cada acción la atención que se merece. 

Sentí la ansiedad precompetitiva y competitiva, un nudo en el estómago y tensión muscular, la falta de concentración (agraviada por el picor), el sentir-se dominado por los propios pensamientos y el diálogo interno. Noté como el error me pesaba y el brazo se me encogía, como mi compañero me arrastraba a una dinámica negativa y no saber como ayudarlo y viceversa, como las emociones mal gestionadas me desestabilizaban, y como me costaba rendir en las grandes competiciones

El hecho de jugar a tenis y a pádel me permitió ser mi propio banco de pruebas. Decidí poner en práctica todas las herramientas aprendidas, y seguí y sigo leyendo y probando que procesos, que actitudes, que miradas,… me permiten competir con mayor disfrute y rendimiento.

El pádel para mi es una invitación a estar en el momento presente. Y darle a cada pelota, a cada acción la atención que se merece.

Pero el gran cambio, en ese entonces no me di cuenta, fue cambiar la dirección de mi mirada. Hasta entonces había estado buscando todas la soluciones en controlar todo lo que viniera del exterior. Ahora, por primera vez en mi vida, buscaba las soluciones dentro de mí

El cambio de mirada supuso un antes y un después. Todo lo que andaba buscando estaba ya, latente, dentro de mí. De dentro hacia fuera. Gané en rendimiento y en BIENESTAR, pues no hay uno sin el otro. El cambio de mirada me llevó a un nuevo paradigma: el de controlar menos y permitir más. Y ahí reside la clave de mi método: la capacidad de recoger y unir lo mejor de las herramientas del coaching y de la psicología del deporte (mas orientadas a controlar el exterior), con lo mejor de las herramientas o procesos mentales más profundos (orientados a la comprensión profunda de la mente) estos últimos más relacionados con la regulación emocional, la neurociencia, la fisiología, el desarrollo personal y el uso inteligente de la energía. 

Mi método está en la intersección entre lo que aprendí en mi carrera como deportista y lo que experimenté y trascendí en mi vida. Herramientas de la vida para el deporte, y herramientas del deporte para la vida.

El cambio de mirada me llevó a un nuevo paradigma: el de controlar menos y permitir más.



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A día de hoy sigo teniendo picor algunos días, sigo perdiendo algunos partidos y sigo sintiendo algunas veces ansiedad, pero nada de todo eso me afecta demasiado, pues ya hace tiempo que decidí que mis circunstancias no dictarían mi vida ni como quiero vivirla. No se trata de ser perfecto, ni siquiera de intentarlo, sino de ser TU MISMO. Esa es mi misión y mi deseo: acompañarte en tu camino interior como deportista y persona. Ayudarte a resurgir de las cenizas, cual ave fénix. Guiándote a aumentar tu rendimiento, regular tus emociones, mantener tu concentración, desarrollar la claridad mental, y desbloquear todo tu talento y potencial. Guiándote a conectar con el estado de flujo. Con ilusión, con alegría, con amor. Pues llevo toda la vida preparándome para ello.